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Licenciado en Periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, fotógrafo automotríz y entusiasta de las cuatro ruedas. / IG: @elpablomonroy
El sistema de escape de nuestro vehículo está integrado por una serie de componentes y tuberías que, esencialmente, se encargan de expulsar los gases quemados del interior de las cámaras de combustión del motor, producto de la quema de la mezcla aire-gasolina, hasta el exterior, además, también debe de ser capaz de reducir la mayor cantidad de ondas sonoras o ruido que se produce con cada explosión en los pistones, así como eliminar al mínimo las partículas emanadas por los gases contaminantes.
Es justo en ese punto donde el papel del catalizador, o convertidor catalítico, es fundamental. Los primeros catalizadores fueron desarrollados e instalados en la década de los 70, ya que el gobierno de Estados Unidos impulsó el Plan de Aire Limpio, con él prometía reducir las emisiones contaminantes hasta en un 75%.
En Europa su introducción fue más lenta. Se empezaron a volver comunes en 1984, cuando la cancillería alemana hizo obligatoria la instalación de este artefacto en todos los coches nuevos impulsados con motores a gasolina. Las primeras unidades eran primitivas si las comparamos con las que montan los coches modernos.
Este dispositivo produce modificaciones y reacciones químicas complejas y aceleradas en los gases de escape de los automóviles antes de liberarlos a la atmósfera. Estas modificaciones tienen como propósito reducir la proporción de algunos gases nocivos, principalmente monóxido de carbono, hidrocarburos y óxidos de nitrógeno, que se forman durante el proceso de combustión.
Cuanto más caliente esté el catalizador más eficaz resulta. Por ese motivo los fabricantes tratan de instalarlo en el punto más cercano al motor, donde los gases salen a una elevada temperatura.
Visualmente parece una caja metálica sencilla sin gran complejidad, pero lo interesante se esconde en su interior. Dentro de su estructura encontramos un protector térmico, un componente cerámico en forma de panal de abeja que alberga una sustancia resinosa formada con un recubrimiento de metales preciosos, como paladio, rodio y platino los cuales, al entrar en contacto con los gases nocivos, reaccionan y generan gases nobles o inertes que resultan menos contaminantes cuando llegan a la atmósfera.
Por culpa de estos tres elementos los catalizadores son el componente más caro del sistema de escape de nuestro vehículo. La cantidad de paladio, platino o radio varía en función del tamaño del catalizador. Lo que ha provocado que esta pieza se haya convertido en un objeto de deseo de los amantes de lo ajeno, que roban los catalizadores en búsqueda de los preciados metales que se esconden en su interior.
La vida útil del catalizador, en promedio, es de 10 años, momento a partir del cual va perdiendo su eficacia, aunque los metales preciosos siguen manteniendo sus propiedades y son reciclados para otros usos.
Existen dos escenarios principales que lo dañan: un golpe o una ligera vibración pueden estrellar la cerámica y el segundo es el contacto directo con gasolina cruda, por lo que debemos ser cuidadosos de no golpear las partes bajas del vehículo y verificar que todos los soportes del sistema de escape cumplan con su misión.
Debemos de utilizar la gasolina que el fabricante del coche recomienda, para que la combustión sea eficiente, y en la medida de lo posible, cuando se trate de un vehículo con transmisión manual, no encender el auto empujándolo, pues esto dejará pasar gasolina cruda al catalizador porque no hay chispa que encienda la mezcla gasolina-aire.
Se deben cambiar periódicamente las bujías para reducir la posibilidad de una falla y no producir la chispa que encienda la mezcla gasolina-aire, dejándola pasar al catalizador y, finalmente, evitar el uso de aditivos para combustible.
REDUCE EL RIESGO DE ROBO
El valor del catalizador y el interés que despierta en los ladrones se debe a que contiene metales preciosos en su revestimiento cerámico interior. Y aunque las cantidades son mínimas, el alto precio del platino, paladio o rodio resulta tentador, porque superan el del oro.
Sustraer un catalizador es relativamente sencillo, pues basta utilizar una herramienta de corte para extraerlo de la línea de escape. Un catalizador nuevo cuesta entre 10 mil y 25 mil pesos en promedio, dependiendo del modelo y marca, sin embargo, se puede tratar de complicar la tarea a los ladrones aplicando las siguientes recomendaciones.
Considera que los vehículos altos, como camionetas, camiones, SUV o pick ups, facilitan el hecho de meterse debajo para robar este componente.
Siempre que sea posible estaciona el vehículo en un estacionamiento, pues los ladrones tendrán más difícil acceder y robar la pieza.
Si no hay más opción que dejarlo en la calle, no lo dejes en lugares solitarios, apartados y poco iluminados. Es muy importante estacionar el coche con dos ruedas subidas en la banqueta, porque elevará el coche sobre el suelo y facilitará el acceso a las piezas bajo la carrocería.
En situaciones más extremas puedes mandar a instalar una placa inferior protectora que servirá para complicar el acceso y las labores de desmontaje del catalizador, pues llevará mucho más tiempo.
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