Horacio Otero definió una comisión normalizadora integrada por Edgar Lujan (Camioneros), Rubén Urbano (UOM) y Héctor López (Atsa), que tomó el control de la regional. José Pihen y Ricardo Moreno ya coordinan movimientos para resistir la avanzada. A fin de mes habrá un acto conjunto que podría concluir con el lanzamiento de una central paralela.

La intervención de la CGT Regional Córdoba, que pendía sobre la cabeza de José Pihen y el nutrido grupo de sindicatos que lo acompaña como una amenaza de la Secretaría del Interior, que desde Buenos Aires comanda Abel Furlán, se consumó el viernes.

La advertencia que Rubén Urbano hizo al secretario general del SEP tres años atrás, cuando éste se encaminaba a su reelección al frente de la regional, se volvió finalmente realidad. Normalizada la CGT Nacional, el triunvirato decidió avanzar sobre la normalización de cada una de las regionales, y la cordobesa no fue la excepción.

Sin embargo, más que de la conclusión de un proceso, cabe hablar del inicio de otro: las tensiones que se abrirán entre los desplazados y los nuevos conductores de la central para cooptar la mayor cantidad posible de sindicatos y legitimarse así como los “verdaderos” líderes del movimiento sindical de Córdoba.

A esa faena acaban de entrar el propio Urbano (Metalúrgicos), Edgar Lujan (Camioneros) y Héctor López (Sanidad), que contarán para lograr su cometido con la asistencia de Pablo Chacon (Comercio), Gabriel Suárez (Luz y Fuerza), Emiliano Gramajo (Transporte Interurbano), Hugo Zárate (Médicos) y Leandro Arévalo (Estaciones de Servicio), quienes se sumaron como secretarios a la comisión normalizadora.

En frente, el sindicalismo alineado con el oficialismo provincial se prepara para resistir el embate de la Secretaría del Interior, y el Centro Cívico, lejos de disimular su interés en el asunto, baja línea de juego conjunto entre los gremios que se encolumnan detrás de Pihen y los que participan de las 62 Organizaciones Peronistas comandadas por Sergio Fittipaldi (Limpieza) y Ricardo Moreno.

Hace poco más de una semana, las 62-O organizaron un encuentro con más de 60 secretarios generales del que también formaron parte conspicuos funcionarios y legisladores. Entre ellos, la senadora nacional Alejandra Vigo, el ministro de Vinculación Comunitaria, Protocolo y Comunicación Paulo Cassinerio, su par de Trabajo Omar Sereno, y los legisladores provinciales Juan Manuel Cid, Diego Hak y Leonardo Limia. Durante aquella sobremesa ya se empezó a hablar de la conformación de una nueva central, paralela, capaz de disputar legitimidad a la regional intervenida.

En este momento hay dos variantes bajo análisis, el surgimiento de una nueva central o la conformación de un movimiento integrado por todos los sindicatos cordobeses que se paran en frente de los designios de la Secretaría del Interior. Hoy, la primera alternativa cobra más cuerpo. El diálogo entre Pihen y las 62-O ha mejorado desde que estas se manifestaron firmemente en contra de la intervención, y al Panal también interesa más una central paralela.

En cualquiera de las dos hipótesis, las diferentes organizaciones que participen de este armado conjunto mantendrían su autonomía e identidad. Se trata de una condición indispensable.

La foto que el viernes mostró a Otero poniendo en marcha la comisión normalizadora de la CGT funcionó como un catalizador para este proceso, y a partir de ella los sindicatos que se mantienen alineados a Pihen y los que integran las 62-O ya imaginan un acto que, fechado para fines de mes, buscará marcar diferencias entre aquella imagen y una instantánea que, pretenden escenificar los segundos, muestre a la amplia mayoría del arco gremial local cohesionado y respaldado por sus bases, que también formarían parte del evento.

Los más cautos dicen que el convite podría ser sólo una reunión de secretarios generales. Los más optimistas, que se tratará de un acto al que concurrirán varios miles, y que servirá para anunciar el nacimiento de la nueva central.

En cualquier caso, la idea rectora que las 62-O imaginan para el evento es “el nacimiento del cordobesismo sindical”, con la que Moreno ya jugó durante aquel almuerzo en “El Celta”.

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