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2022-09-24 12:15:53 By : Mr. wego yang

España es un país de ladrillos, en el mejor y único sentido de este material que cubre gran parte de los bloques de viviendas ­levantados en los años sesenta y setenta. Pero la llegada de los fondos Next Generation y la “ola de renovación” energética que se espera, actuando sobre la envolvente de estos edificios para mejorar su eficiencia, hace peligrar la esencia histórica de las fachadas de ladrillo cara vista.

Los arquitectos temen que si el ladrillo de las fachadas se cubre de Sate (sistema de aislamiento térmico por el exterior) de mortero u otro tipo de revestimiento, se puede poner en riesgo no solo la estética de la ciudad, sino también la idiosincrasia de los entornos construidos.

“Un uso extensivo del Sate eliminará carácter y personalidad a nuestras calles, provocando una uniformidad aburrida”, asegura Laureano Matas, secretario general del Consejo Superior de Arquitectos de España (CSCAE). “Estos edificios han sido elementos singulares que han construido el paisaje urbano y perder estas fachadas conformaría un entorno descontextualizado e irrespetuoso. Han sobrevivido a tendencias y estilos, se construyeron desde el equilibrio del ladrillo, si este desaparece nos encontraremos con una transgresión irreparable”, afirma Matas.

No todo pasa por alicatar los bloques. Desde Hispalyt, la Asociación Española de Fabricantes de Ladrillo y Tejas de Arcilla Cocida, defienden que existen soluciones para conservar la piel del ladrillo de nuestras fachadas. También desde el punto de vista energético. “Si el edificio necesita mejorar su eficiencia con la instalación de aislamiento, puede hacerse de múltiples maneras: desde el interior, mediante la técnica del insuflado —siempre que haya una cámara de aire— entre la piel del edificio y los tabiques interiores, y, desde el exterior, con un sistema de aislamiento con acabado cara vista”, argumenta Pedro Rognoni, presidente de Hispalyt.

Estas actuaciones, en combinación con la sustitución de carpinterías y vidrios por los de alta eficiencia energética consiguen muy buenos resultados y cumplir con los parámetros de los fondos Next Generation, mantienen desde el CSCAE.

Pero, además, el mercado está surtido de soluciones constructivas cerámicas de ladrillo cara vista para rehabilitación que respetan el aspecto original de los edificios.

Para empezar, la ejecución de estas renovaciones energéticas se puede llevar a cabo empleando sistemas industrializados de aislamiento térmico con acabado cerámico que se fijan al muro preexistente. Entre estos sistemas de fácil y rápida instalación, destaca uno llamado Termoklinker, “que se desarrolló para aportar una solución eficiente a la rehabilitación energética de edificios sin que pierdan su esencia, facilitando a sus propietarios, en muchas ocasiones personas mayores, la posibilidad de mantener la imagen de un bloque en el que han vivido durante toda su vida”, argumenta Julio Pascual, director de Cerámicas La Paloma, compañía impulsora de este sistema, que ya se ha instalado en numerosos casos de rehabilitación energética de inmuebles en Madrid, Cataluña y País Vasco, entre otros.

También el sector ha innovado en otras soluciones que aúnan tecnología y tradición, como es el sistema prefabricado de láminas flexibles formadas por una malla de acero trenzada en la que se insertan elementos cerámicos vistos. De aplicación en rehabilitación, la versatilidad de este sistema, denominado Flexbrick, ha permitido que despachos de arquitectos lo apliquen de forma personalizada en sus proyectos.

Desarrollado por Piera Ecocerámica, su director, Lluís Pinardel, pone como caso de rehabilitación de éxito con esta solución la fachada de ladrillos del edificio Girasol, de José Antonio Coderch, en Madrid. Construido en 1966, este sistema le ha permitido vestir de nuevo su piel y las características estéticas de origen. Para mejorar la eficiencia de este bloque de viviendas del barrio de Salamanca, que en el momento previo a la renovación tenía una calificación energética G, se realizó un insuflado de aislamiento interior y otro exterior de mortero, sobre el que se instaló Flexbrick, cubriendo una superficie total de 2.317 metros cuadrados.

Soluciones para no sustituir la piel de ladrillo existen. Sin embargo, no todos los edificios han corrido la misma suerte que Girasol. El arquitecto y catedrático de la Universidad de Navarra Miguel Ángel Alonso del Val es uno de los expertos que han dado la voz de alarma sobre la desnaturalización de los inmuebles que se están rehabilitando. Pone como ejemplo un edificio de estilo racionalista ubicado en el paseo de la Zurriola de San Sebastián, que ha sido desfigurado por un revestimiento que oculta sus valores arquitectónicos.

Para poner fin a esta desconfiguración, este experto plantea que en las actuaciones de rehabilitación energética el proyecto contemple no solo la solución técnica empleada para el aislamiento, sino también el resultado compositivo de la readaptación de la fachada preexistente con el nuevo material.

Julio Pascual va más allá: “Se deben realizar actuaciones que mejoren nuestros edificios, pero estas no pueden verse determinadas meramente por cuestiones económicas. Las autoridades deben velar por la conservación de los espacios; no solo los grandes monumentos deben tener una protección frente a actuaciones, sino que todos los edificios y barrios deben poder ser mantenidos en su concepción inicial, de modo que mantengamos reconocible nuestro entorno”.

Para el secretario general del CSCAE, “cada caso requiere un estudio distinto dentro del proyecto arquitectónico de rehabilitación. Los arquitectos sabemos que hay que valorar la conservación de la fachada, las posibles intervenciones de restauración en conjunto a las soluciones que mejoren el comportamiento energético de la misma”. “Por eso, es tan importante que la ‘ola de renovación’ que va a permitir impulsar los fondos europeos se acometa con visión integral y guiada por los profesionales que disponen de los conocimientos técnicos y humanísticos adecuados para hacerlo”, finaliza Matas.

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