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2022-09-17 09:25:37 By : Ms. xianxian wang

Tal vez no lo sepas, pero tu coche lleva una pieza denominada catalizador, que actúa sobre los gases de escape para reducir las emisiones contaminantes.

De todos es sabida la necesidad de preservar el medio ambiente y, es por ello, que desde el año 1988 se llevan elaborando normativas anticontaminación que afectan a los automóviles, con el objetivo de minimizar los efectos nocivos para la salud y el medio ambiente producidos por la combustión de los motores diésel y gasolina. La normativa EURO nace en 1988, pero es en el año 1992 cuando se hace más restrictiva, obligando a reducir las emisiones a través de medidas específicas como la incorporación de catalizadores, la eliminación del plomo en las gasolinas, la reducción de cilindradas y el aumento del número de marchas en las cajas de cambio, para reducir el régimen del motor y, por tanto, el consumo y la contaminación. Sin embargo fue unos años antes, en 1984, cuando en Alemania la ley hizo obligatorio de montar, en la línea de escape de los coches de gasolina, un catalizador o convertidor catalítico, siendo el comienzo de la preocupación por el medio ambiente de los fabricantes de vehículos. Hoy en día, todos los vehículos tanto diésel como gasolina, incorporan catalizadores o también denominados convertidores catalíticos. El catalizador sirve para el control y la reducción de los gases nocivos para la salud y el medio ambiente que salen por el tubo de escape procedentes de la combustión interna del motor de gasolina. Catalizador: ¿dónde va ubicado y cómo funciona? El catalizador va colocado entre el colector de escape y el primer silencioso de la línea de escape y está formado por una estructura en el interior de material cerámico con una forma de panal de abejas. La composición interior incluye sustancias activas como óxido de aluminio, metales nobles como platino, rodio, paladio, retardadores y promotores que regulan la acción del catalizador, al entrar en contacto con los gases de escape. El catalizador se encarga de transformar los gases de escape en dos fases: Oxida el monóxido de carbono (CO) y los hidrocarburos sin quemar y los convierte en dióxido de carbono y agua. Produce la reducción de los óxidos de nitrógeno, convirtiéndolos en nitrógeno. Estas dos conversiones son posibles gracias a las temperaturas con las que llegan los gases de escape al catalizador. Esta transformación se considera parcial porque, aunque se produce esta reducción, el CO2 sigue siendo un gas perjudicial para el medio ambiente y uno de los causantes del efecto invernadero. Para garantizar la vida útil del catalizador, debemos tener en cuenta realizar el mantenimiento del vehículo a su debido tiempo y a los kilómetros que recomienda el fabricante, sustituyendo las bujías, el filtro del aire, el filtro de gasolina si lo lleva incorporado y sobre todo el aceite de motor recomendado por el fabricante y mantener el nivel en las cotas correctas, ya que, un exceso de aceite puede provocar que entren partículas en el catalizador y lo deterioren. Si las bujías están en mal estado y alguna de ellas dejan de funcionar, va a provocar que toda la gasolina que entra en el cilindro salga al tubo de escape sin quemar y si llega al catalizador puede provocar la destrucción interna del mismo. Un fallo del catalizador puede provocar perdida de potencia e incluso el coche puede llegar a pararse por la obstrucción del mismo y la no evacuación de los gases de escape, teniendo que ser sustituido por uno nuevo con el coste económico que supone. Si escuchamos ruidos metálicos por el tubo de escape, puede ser que interiormente el panal cerámico se haya roto y, por consiguiente, el material cerámico no cumplirá sus funciones y no filtrará los gases de forma adecuada. ¿Quieres recibir nuestra newsletter?Haz clic aquí

De todos es sabida la necesidad de preservar el medio ambiente y, es por ello, que desde el año 1988 se llevan elaborando normativas anticontaminación que afectan a los automóviles, con el objetivo de minimizar los efectos nocivos para la salud y el medio ambiente producidos por la combustión de los motores diésel y gasolina.

La normativa EURO nace en 1988, pero es en el año 1992 cuando se hace más restrictiva, obligando a reducir las emisiones a través de medidas específicas como la incorporación de catalizadores, la eliminación del plomo en las gasolinas, la reducción de cilindradas y el aumento del número de marchas en las cajas de cambio, para reducir el régimen del motor y, por tanto, el consumo y la contaminación.

Sin embargo fue unos años antes, en 1984, cuando en Alemania la ley hizo obligatorio de montar, en la línea de escape de los coches de gasolina, un catalizador o convertidor catalítico, siendo el comienzo de la preocupación por el medio ambiente de los fabricantes de vehículos.

Hoy en día, todos los vehículos tanto diésel como gasolina, incorporan catalizadores o también denominados convertidores catalíticos. El catalizador sirve para el control y la reducción de los gases nocivos para la salud y el medio ambiente que salen por el tubo de escape procedentes de la combustión interna del motor de gasolina.

El catalizador va colocado entre el colector de escape y el primer silencioso de la línea de escape y está formado por una estructura en el interior de material cerámico con una forma de panal de abejas. La composición interior incluye sustancias activas como óxido de aluminio, metales nobles como platino, rodio, paladio, retardadores y promotores que regulan la acción del catalizador, al entrar en contacto con los gases de escape.

El catalizador se encarga de transformar los gases de escape en dos fases:

Estas dos conversiones son posibles gracias a las temperaturas con las que llegan los gases de escape al catalizador.

Esta transformación se considera parcial porque, aunque se produce esta reducción, el CO2 sigue siendo un gas perjudicial para el medio ambiente y uno de los causantes del efecto invernadero.

Para garantizar la vida útil del catalizador, debemos tener en cuenta realizar el mantenimiento del vehículo a su debido tiempo y a los kilómetros que recomienda el fabricante, sustituyendo las bujías, el filtro del aire, el filtro de gasolina si lo lleva incorporado y sobre todo el aceite de motor recomendado por el fabricante y mantener el nivel en las cotas correctas, ya que, un exceso de aceite puede provocar que entren partículas en el catalizador y lo deterioren.

Si las bujías están en mal estado y alguna de ellas dejan de funcionar, va a provocar que toda la gasolina que entra en el cilindro salga al tubo de escape sin quemar y si llega al catalizador puede provocar la destrucción interna del mismo.

Un fallo del catalizador puede provocar perdida de potencia e incluso el coche puede llegar a pararse por la obstrucción del mismo y la no evacuación de los gases de escape, teniendo que ser sustituido por uno nuevo con el coste económico que supone.

Si escuchamos ruidos metálicos por el tubo de escape, puede ser que interiormente el panal cerámico se haya roto y, por consiguiente, el material cerámico no cumplirá sus funciones y no filtrará los gases de forma adecuada.

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